Participo en la Feria del Libro de Córdoba, pero nada más llegar me informan de que, a la misma hora, se ha organizado un encuentro con Antonio Gala a unos pocos metros de distancia. "¿Dónde firma Gala?", me preguntan una y otra vez. "Señora, Gala no firma, habla", contesto, porque así contestan en la caseta de información donde me han colocado para firmar ejemplares de "Contraseñas..." junto a la poetisa local Juana Castro -que lleva bolis de dos colores para esmerarse en las dedicatorias-.
Entre Góngora y Séneca -son de cartón, claro- aparece el dios Gala con paso tranquilo. Nada que ver con los nervios de la organización y del público. "¡Esperaos, hablo un poquito y firmo", me dicen que dice el poeta.Comienzan a abalanzarse sobre él. "¡Por favor, no se agolpen en la carpa", dicen por megafonía. A la gente no le interesa lo que diga. Sólo quieren llevarse a casa su rúbrica en el libro.
Me quedo solo junto a Juana, que comienza a recoger firmas para que pongan una estación de tren de alta velocidad en Los Pedroches, de donde es natural.La cola es de tal calibre que parece una peregrinación. Sillas de ruedas incluidas.
"¡A ver si Gala bate el récord", dice uno de la organización. "Ojála y esas colas fueran para todos", dice otro.Juana dedica varios libros a familiares y amigos. Yo firmo dos. Me voy al AVE, y Gala sigue firmando. Se me ocurre que podría dedicarle un libro... Igual le gusta.
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