miércoles, 12 de marzo de 2008

GABILONDO Y EL PP

Comentario editorial de Iñaki Gabilondo, anoche en Noticias Cuatro:

"Rajoy debió haber hecho mucho antes lo que hizo ayer: dar un golpe de mano y recordar que no es un títere que puedan manejar desde fuera. Los barones de su partido debieron haber hablado también mucho antes y recordar que hay más comunidades que Madrid y más presidentes que Esperanza Aguirre. Porque a partir de ahora las cosas irán bien o irán mal pero han quedado por fin aclarados algunos equívocos. Porque ¿cómo ha permitido el PP, cómo ha permitido Rajoy que algunos medios actuaran como si fueran propietarios de sus militantes, de sus votos, de su ideología?. ¿Cómo han permitido que Gallardón fuera presentado como un enemigo infiltrado?. ¿Cómo han soportado Camps, Núñez Feijoo, Herrera, Arenas, etc., que les estuvieran decidiendo el día a día y el futuro, y el rumbo de navegación, y le estuvieran eligiendo lideres como si ellos fueran menos que nada?. Ni una sola vez en esta legislatura hemos tenido la sensación de que era el partido el que determinaba su propia estrategia. Siempre ha parecido teledirigido; repetía como un papagayo lo que acabábamos de oír en la radio o leer en el periódico. Todo el PP se comportaba como un simple intérprete, el coro que espera a que le entreguen las partituras que otros escriben. Nos sorprendía en qué poco valoraban su condición de electos los que representaban a diez millones de españoles. Y cuánto poder otorgaban a un par de megalómanos. Si no era así, ¿cómo permitieron que lo pareciera?. Sólo por eso merecían perder. Veremos si el golpe de riñones de ayer va en serio, y si va en serio el apoyo que Rajoy recibió ayer cuando los gurús se repongan de la sorpresa y traten de recuperar las riendas. Porque sólo esto es seguro: tratarán de recuperar las riendas. Es el destino de los que lo saben todo siempre."

1 comentario:

Anónimo dijo...

Rajoy sin asesoramientos, dando la cara con espontaneidad, charlando con los periodistas en la rueda de prensa de ayer, es un personaje distinto (muchomás agradable) que el de los mítines, el escaño en el parlamento o el debate de televisión. Es un tío normal. Con gracejo, incluso. Elude las preguntas espinosas, contesta con tópicos ciertas cuestiones, respeta el discurso impuesto, pero resulta un señor más simpático que el que siempre he visto en pantalla. Nunca le daré mi voto, desde luego, pero si se planteara ser "él mismo" y regirse más por su carácter y su criterio, igual le iba mejor en la política. Y de paso nos iba mejor a los que estamos hartos de crispaciones y mentiras.