domingo, 4 de mayo de 2008

EL ADMIRABLE CORAJE DE FERNANDO MAURA

Tan estremecedor como el reportaje de Georgina Higueras sobre la matanza de My Lai en EL PAÍS es la historia que, unas páginas más adelante, nos relata Eva Larrauri: la peripecia vital de Fernando Maura, político de larga trayectoria en el PP (ahora en UPyD) y escritor, que además vive con escolta desde 1996.

En concreto, la muerte de su hija -veinte años en una UCI, desde que nació hasta su reciente fallecimiento, esa niña que siempre quiso tener y apenas tuvo- y, previamente, la de su esposa. Da la sensación de que, como dice Arcadi Espada en un artículo que el propio Maura ha incluido en
www.blogdefernandomaura.blogspot.com, es un "hombre entero, es decir, un poco de esa hierba que crece entre los adoquines".

Espada recuerda cómo, en una ocasión, Maura sacó de su cartera el carné de identidad de la niña y se lo ofreció con mirada insistente, quizá para que comprobara que Pilar había existido, y en efecto, "ahí estaba la foto de su cara, enferma pero dotada de una humanidad indiscutible e incluso vivaz, y por detrás estaban sus datos, como los de cualquiera, hija de padre y madre, aunque con la dirección de una casa que nunca supo..."

Añade que, al finalizar esa conversación, Maura confiesa que a los cincuenta y dos años se siente libre y renacido. Espada escribe:
"Sonreía, y añadió con una ironía mascada: «Con toda la vida por delante». Cruza, camina. Va entre tumbas. No olvido, y él tampoco debe de olvidarlo, que de vez en cuando, en lo que le quede de camino, habrá de volver la cabeza para comprobar que nadie viene a matarlo. Es sabido que el tipo de asesinos que podrían acecharle no tiene nunca nada personal con sus víctimas y que serían capaces de dispararle a la propia muerte. Piensa, amigo, en lo realmente extraordinario: que aún vuelva la cabeza. Sigue con salud."

1 comentario:

Möira dijo...

Precioso nombre el de tu hija. Me pregunto, ¿quién lo eligió, tu mujer o tu? y ¿me contarías por qué?
Aun me sorprende ver a gente con mi nombre, y me llena de ilusion. Llamame ególatra, pero no lo soy! lo juro!