Javier Gómez Noya e Iván Raña han hecho una impecable carrera de triatlón. Ni el tramo a nado ni el tramo en bici han marcado diferencias entre los principales competidores.
El tramo a pie ha sido dominado por los españoles... hasta el último kilómetro. Gómez Noya no ha podido distanciarse de sus voraces competidores -Docherty, Whitfield, Frodeno-. Conscientes de que el campeón del mundo, o sea Gómez Noya, no tiene un buen sprint, han esperado hasta el final, y ahí el último tirón de los tres ha dejado fuera a los dos españoles, que han sido cuarto -Gómez- y quinto -Raña-. Ha ganado el alemán Frodeno.
Impresionante carrera de estos triatletas; impresionante prueba olímpica -potencia, resistencia, el ser humano al límite del esfuerzo en tres disciplinas durísimas- e impresionante escenario a las afueras de Pekín.
Tengo para mí que, además del agotamiento del favorito, ha debido influir el gafe del comentarista de TVE, que no ha dejado de decir que íbamos a ver a Gómez en lo más alto del podio. Ha echado mano de tantos refranes españoles que se le ha olvidado mencionar que "no hay que vender la piel del asno antes de cazarla". Claro, luego el más decepcionado era él. No ha dado el más mínimo mérito a los dos diplomas olímpicos conseguidos por los triatletas españoles.
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